Desde que tengo uso de memoria he
acompañado a mi padre a su trabajo, que (para mí) consistía en el setenta por
ciento del tiempo en ir sentado del lado del copiloto durante sus recorridos
supervisando la construcción de puentes y carreteras a todo lo largo y lo ancho
del estado.
Lo que diferencía las vacaciones de
éste año a todas las anteriores es que por primera vez iba a recibir un sueldo
formal, por algo que ya venía haciendo desde años atrás.
Así que la casualidad me llevó a
recibir mi primer sueldo el mismo año en el que me enamoré de la lectura, pues fue
durante este año que de mayo a diciembre leí más de 60 libros y probablemente
todo empezó gracias a ese primer sueldo y el primer libro que con ese dinero
adquirí.
Para entonces yo únicamente había
leído tres o cuatro libros que andaban arrumbados por mi casa, y ya sin tanta
pena debo admitir que dos de ellos eran de Paulo Coelho, libros que andaban por
mi casa porque una maestra de mi hermana creía que era lo mejor que podía hacer
leer a sus alumnos.
Así que ya con el bichito de la
lectura el primer día de pago, después
del sermón de mi padre que decía que la mitad de lo que ganaba debía ser para
mi mamá, me quedé con suficiente dinero para no saber qué hacer con él.
Entonces le pedí a mi papá que me llevara a la librería a la que fuimos después
de la hora de comer.
Ya en la librería con poca
experiencia y un mundo por conocer decidí husmear un poquito por allá. Después
de un rato me decidí por una versión de doce tomos de ‘El ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha’ pues porque… ¡Clásico! y doce tomos parecían un montón.
Con la primera elección hecha sabía que elegir un clásico podía ser un riesgo
para alguien nada experimentado en la lectura así que decidí tener una segunda
opción.
Es entonces cuando encontré a
‘Caín’ dentro del aparador de novedades con una portada de color amarillo y
contrastes en rojo que definitivamente llamó mi atención. Fue probablemente
amor a primera vista pues fui directo a caja y con mi montañita de libros salí
por primera vez de la librería con la emoción de los textos por leer.
Así que sí, a veces no está mal
juzgar a un libro por su portada, es increíble lo que siete años después esa
portada sigue significando para mí.
Emocionado como estaba decidí
compartir mi primera adquisición en mis redes sociales, publicando una foto de
mis doce tomos de El Quijote y la portada amarilla de Caín. No pasaron ni cinco
minutos cuando recibí un comentario bastante peculiar, una conocida de la
iglesia me escribió: Ten cuidado con Saramago, no son cosas de Dios.
Para quien no sepa, mi familia
forma parte de una religión conocida como presbiterianismo, una rama del
protestantismo que comúnmente conocen como cristianismo, pero para no
explayarme con el tema, los invito a googlearlo. En fin, mi joven yo de dieciséis
años aún asistía a la iglesia los domingos (Bueno, al menos más seguido que
ahora) y un comentario como ese me llamó mucho la atención.
Obviamente yo ya había gastado mi
dinero en ese libro y ese libro sin importar cuántas advertencias tuviera lo iba a leer, así que sentado en la camioneta y rumbo al
trabajo decidí abrir el libro y empezar a leer. Habían pasado alrededor de 40 minutos hasta
llegar a nuestro destino, cuando ya estaba atrapado por el peculiar estilo narrativo
de José Saramago, con la mitad del libro leído ya solo esperaba regresar a la
camioneta y terminar el libro de camino a casa, cosa que después de un rato así
fue.
Así que ahora, les hablaré de
Caín:
Es el último libro de José
Saramago (escritor portugués ganador del Premio Nobel) y narra la travesía de
Caín, hermano de Abel, personaje del antiguo testamento, quien después de haber
asesinado a su hermano es castigado por Dios y condenado a vagar por la tierra.
Con una marca en la frente, Caín vaga
por el desierto hasta llegar a escenarios fuera de su tiempo, siendo parte de
los acontecimientos más importantes del antiguo testamento y tomando un papel
crucial en ellos.
Afectando el desarrollo de los hechos que en el antiguo testamento conocemos.
Ahí se las dejo, bastante corto y
sin spoilers y continoo con el texto.
Fue después de haber leído cuando
comprendí la advertencia “¡Ten cuidado con Saramago!” Pues el libro está
plagado de la crítica mordaz y sardónica que caracterizó a José Saramago, con
un Caín que no tiene miedo a criticar las decisiones y las actitudes de Dios.
Sin embargo, fue este mismo
estilo sarcástico e irreverente que terminó por enamorarme del libro ‘Caín’ y
que empezó lo que hasta el día de hoy es una relación de mucho afecto y cariño
con la lectura.
Después de Caín vinieron otros
libros, El evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, ¡Las
intermitencias de la muerte! Todos, libros de José Saramago quien indiscutiblemente
hasta el día de hoy sigue teniendo el título de mi autor favorito.
Así fue que Caín empezó todo y
siete años y más de trescientos títulos después sigo estando tan enamorado de
la lectura como aquella primera vez.
Locación: Voltacafé. |
Hoy Caín ocupa una parte especial
en mi corazón y en mi librero, y tal vez ya luego les contaré lo lejos que llegó
mi copia de Caín y cómo haciendo honor a su personaje principal, vagó por la
tierra y por ahí.
Así que cuando quieran, vamos por
un café y les hablo de José Saramago. Estoy seguro que les gustará también.